Los costos invisibles de Starlink:
¿Quién paga por el espacio? “Con LOFAR, detectamos
radiación entre 110 y 188 MHz”, dijo el coautor del estudio Cees Bassa, del
Instituto Holandés de Radioastronomía.
Si bien Starlink promete un enfoque revolucionario
para el acceso global a Internet, su proliferación de satélites plantea
preguntas críticas sobre costos, impactos ambientales y consecuencias no
examinadas. Starlink ya tiene más de
6.000 satélites en órbita, con planes de expandirse a al menos 12.000. Estos satélites operan
principalmente en órbitas geoestacionarias (GEO), orbitas sobre el Ecuador, ubicadas
a 35.786 km (22.236 mi) siguiendo la línea ecuatorial de la Tierra. Los satélites GEO se mueven en
sincronía con la rotación de la Tierra, lo que les permite mantener una
posición fija en relación con la superficie. Pero, ¿cuánto paga SpaceX por
el uso del espacio sobre naciones como Ecuador, Brasil y Colombia? NADA
¿Qué pasa con las naciones africanas y asiáticas como
Gabón, Congo, Ruanda, Uganda, Kenia, Indonesia y Malasia? NADA
¿Por qué no paga nada cuando está causando tanto daño?
El caso de una compensación justa Vale la pena
preguntarse: ¿por qué no se compensa a estas naciones por el uso de su espacio
orbital? Estos satélites ocupan los
cielos sobre naciones soberanas, pero no parece haber un marco internacional
que obligue a empresas como SpaceX a pagar por este acceso. Esto es especialmente
preocupante cuando las posibles consecuencias económicas y ambientales siguen
siendo poco entendidas.
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Internet más rápido, pero ¿a qué costo?
La promesa de Elon Musk de Internet de alta velocidad
para todos tiene un alto costo ambiental y financiero. Aparte de ser una mentira
porque la mayoría de sus clientes obtienen apenas 5mbps y jamás los 300Mbps que
prometió. Si bien la red Starlink tiene como objetivo
proporcionar conexiones rápidas y de baja latencia comparables a Internet de
fibra óptica, la realidad es que algunos clientes han informado conexiones de 3
mbps; una infraestructura alternativa, como el tendido de cables marinos y de
fibra óptica, podría brindar acceso a Internet a una fracción del costo sin
contaminar el espacio ni la atmósfera de la Tierra. Además, los efectos de las
emisiones masivas de radiación de miles de satélites siguen sin estudiarse. ¿Podrían estas emisiones
afectar los patrones climáticos, las comunicaciones globales o incluso la salud
humana? Nadie lo sabe. Algunos han especulado que
formas de vida extraterrestre podrían explotar redes como Starlink para
comunicarse y utilizarlas para tener una red intergaláctica en la sombra, pero
incluso si descartamos tales ideas como fantasiosas, las implicaciones más amplias
de esta expansión desenfrenada exigen una consideración seria.
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El auge de los satélites LEO: ¿por qué no mantener
todo en la órbita baja terrestre? Históricamente, los satélites
de comunicación operaban en órbitas geoestacionarias, donde tres satélites
podían proporcionar cobertura global. Sin embargo, los avances en la
tecnología han hecho que los satélites de órbita baja terrestre (LEO) sean más
prácticos para grandes constelaciones. He aquí por qué la LEO está
ganando terreno:
1. Avances tecnológicos: Los primeros satélites
simplemente reflejaban señales. A lo largo de décadas,
evolucionaron para amplificar, procesar y dirigir datos, culminando en
satélites modernos capaces de manejar miles de conexiones simultáneas de alta
velocidad. Esto permite que las redes LEO
ofrezcan acceso a Internet de alta velocidad con baja latencia, comparable a
las conexiones terrestres de fibra óptica.
2. Escalabilidad: Mientras que los satélites GEO
cubren grandes áreas con menos unidades, las constelaciones LEO requieren miles
de satélites. Más satélites significan áreas
de cobertura más pequeñas por unidad pero un ancho de banda total
significativamente mayor. Por ejemplo, la red Iridium
originalmente planeó 77 satélites (que coinciden con el número atómico del
iridio), pero Starlink ya opera miles, con el objetivo de superar los 12.000
satélites para una cobertura aún mayor.
3. Reducción de costos: SpaceX ha reducido
drásticamente los costos de lanzamiento al ser pionero en cohetes reutilizables
y mantener un proceso de producción integrado verticalmente, donde construyen
satélites y los lanzan utilizando sus propios cohetes. Esta eficiencia interna
elimina la necesidad de márgenes de ganancia en los lanzamientos, lo que
permite a Starlink lanzar satélites a costos muy por debajo de sus competidores.
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El impacto ambiental de Starlink Si bien los avances
de SpaceX han hecho que los lanzamientos de satélites sean más asequibles, los
costos ambientales son asombrosos. Los cohetes reutilizables
pueden reducir los costos, pero aún emiten una contaminación significativa
durante los lanzamientos. Además, el gran volumen de
satélites en órbita crea riesgos a largo plazo de desechos espaciales, que
podrían poner en peligro la exploración espacial y las operaciones satelitales
futuras.
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La necesidad de rendición de cuentas A pesar de sus
logros tecnológicos, SpaceX debe abordar las implicaciones más amplias de sus
acciones:
1. Daños ambientales: ¿Cuáles son los efectos de la
radiación y las emisiones de miles de satélites y los frecuentes lanzamientos
de cohetes? ¿Cómo afectan estas
actividades a la atmósfera, los sistemas meteorológicos y los ecosistemas de la
Tierra?
2. Compensación justa: Los países cuyo espacio orbital
se está utilizando, en particular a lo largo del ecuador, merecen una
compensación. Estos incluyen No
solo las naciones sudamericanas como Ecuador, Brasil y Colombia, sino también
las naciones africanas y asiáticas cuya soberanía se extiende al espacio.
3. Cooperación global: La falta de regulación sobre
las redes satelitales resalta la necesidad de un marco internacional para
regular el uso del espacio, asegurando que empresas como SpaceX operen de
manera responsable y equitativa.
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Un llamado a la acción Si bien Starlink ha
revolucionado la conectividad global, conlleva costos y responsabilidades no
examinados. Elon Musk y SpaceX no solo
deben pagar por su uso del espacio orbital soberano, sino también financiar
estudios para comprender los impactos ambientales y sociales de su tecnología. A medida que la humanidad se
aventura más en el espacio, debemos asegurarnos de que el progreso no se
produzca a expensas del planeta o de las naciones cuyos cielos están siendo
explotados silenciosamente.
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